La salud pasará de ser un sistema mixto y solidario a otro de control estatal, que en un segundo paso terminará marchitando lo poco que deja de privado y de cooperativo. Al final se consolidará un
monopolio estatal absoluto.
Los centros de salud, de control estatal, que es mucho más que la vigilancia, serán las entidades que dispondrán de la afiliación y de la atención a los usuarios. Estos, los usuarios, quedarán ante el riesgo
de que su salud dependa de la orientación política de estos centros.
En la práctica, en lugar de acudir a la Acción de Tutela, habrá que pedir ayuda a los políticos cercanos al Gobierno Nacional o local.
Las EPSs quedarán sin administración de los riesgos de salud, ni de la racionalización de los recursos. Estos dependerán de la ineficiencia de los monopolios estatales, nacionales y de fondos burocráticos territoriales. Ningún beneficio se logrará con que una EPS pueda manejar un Centro de Salud estatal; será una simple contratista del poder político local.
Las enfermedades diagnosticadas, que se encuentren en tratamiento, correrán el riesgo del abandono al momento de la transición de la EPS al centro de salud.
Para mejorar la atención rural, en zonas de población dispersa, y para hacer énfasis en la atención primaria, el Gbno tiene todas las herramientas, para lo cual un texto legal sería reiterativo.
La Alcaldía de Bogotá, cuando el Presidente Petro era alcalde, adelantó un programa de salud preventiva y familiar. Sin detenernos a juzgar sus buenos o malos resultados lo cierto es que lo hizo sin
que tuviera que cambiarse la ley 100.
Pensemos en lo siguiente: una EPS privada, un hospital privado, una fundación hospitalaria, o son mucho más eficientes en calidad y costos que las entidades públicas, o, por lo menos, se constituyen en un punto de comparación con el sector estatal que permite medirlo y exigirle.
Nadie parece estar en desacuerdo con una política de aumento de la remuneración a quienes prestan sus servicios en la salud.
El sistema actual, que permite competencia, libre escogencia, se tornará en una obligación de la ciudadanía de someterse exclusivamente al Estado.
El deterioro del Sistema de Salud, a causarse por el monopolio estatista, obligará a las personas a gastar más de su bolsillo o a quedarse sin atención.