
La mañana de este lunes 22 de septiembre, el departamento de Arauca volvió a estremecerse con otro episodio de barbarie. Fue hallado el cuerpo sin vida de Pedro Weimar Pedraza, un joven que había sido secuestrado el pasado 27 de agosto y cuyo paradero mantenía en zozobra a familiares y amigos desde entonces.
El hallazgo se produjo en la vía que conecta a Tame con Fortul, a la altura del sector conocido como Crispulandia, un punto que tristemente se ha convertido en escenario recurrente de ejecuciones atribuidas a grupos armados ilegales.
Pedraza recibió múltiples impactos de arma de fuego de corto alcance en el pecho, lo que le ocasionó la muerte en el mismo sitio. El cuerpo fue encontrado por viajeros que transitaban la vía y dieron aviso a las autoridades.
No es un caso aislado. Apenas el pasado 16 de septiembre, en circunstancias casi idénticas, fue asesinado en ese mismo sector Gildardo Bayona, quien había sido secuestrado en la vereda La Holanda.
Crispulandia y sus alrededores se han convertido en un punto temido por la comunidad, donde se multiplican los relatos de secuestros y muertes violentas. Sin embargo, el panorama se repite: familias enlutadas, comunidades atemorizadas y respuestas oficiales que, si llegan, suelen quedarse en anuncios sin mayor efecto.
Mientras tanto, la pregunta que queda flotando en Arauca es la misma de siempre: ¿quién responde por tantas vidas truncadas?





