Brayan Oliveros mostraba su rostro de alegría y emoción porque había logrado, por primera vez, romper la tabla en un ejercicio de taekwondo.
La misma expresión de alegría tenían miles de personas que compartieron y vivieron la inauguración del complejo deportivo del barrio La Reliquia.
Esos ciudadanos que tenían que buscar espacios deportivos muy lejos de su entorno, porque en su barrio en su sector solo había un peladero y hoy más de ocho deportes se podrán realizar, la comunidad tendrá un punto de encuentro y unos espacios que siempre le prometieron y nunca le cumplieron.
Rigoberto Blanco es un profesor de taekwondo que llegó hace seis años a Villavicencio, después de tener un gimnasio en Bogotá. Un garaje de La Reliquia lo convirtió en su escenario de entrenamiento, al igual que el peladero donde se jugaba de todo: fútbol, voleibol, banquitas.
En una pequeña esquina de esa mal llamada cancha deportiva, él entrenaba niños y niñas que en invierno los arrasaba el barro y en verano los acosaba el polvo.
“Era muy difícil, pero seguíamos adelante porque estos muchachos y muchachas necesitaban del deporte para evitar los vicios, las malas compañías y todo lo que rodeaba este sector”, recuerda Blanco.
“Éste es un sueño hecho realidad con una construcción exprés de los escenarios deportivos que nos va a permitir hacer personas con valores de convivencia, respeto, cortesía e integridad para conseguir grandes triunfos”, sostuvo Blanco.
“En aquella época veíamos morir jóvenes de manera inocente y nada se hacía porque muchos de estos barrios son mal llamados periféricos, como si no formaran parte de la ciudad”, puntualizó el profesor Blanco.
Mientras que Chalo Martínez, una niña con un rostro muy expresivo de manera natural dijo: “Ahora no tendré que trasladarme a San Antonio en bicicleta en una hora para poder entrenar, ya tengo escenario en mi barrio”.
El profesor Blanco concluye que pasaron del infierno al cielo y explica que “cuando entendemos que el deporte y la recreación es un generador de buenos ciudadanos porque se mezcla la disciplina, el orgullo, el querer ganar en la sana competencia estamos logrando mejores personas”.
Y así lo concluyen Brayan y Chalo en dos palabras. Brayan dijo “soy taekwondista” y Chalo gritó “¡esto es felicidad!”.